lunes, 17 de junio de 2013

HISTORIA DE JULIO CABANILLAS (EMPRENDEDOR RURAL)


En el distrito de Asunción, Cajamarca, Julio Cabanillas Saavedra es muy conocido. Lo reconocen como el creador de las cocinas mejoradas. Para la población, Julio es un inventor. Y es que su historia cambiaría cuando en el año 2007 fue seleccionado como uno de los ganadores, a nivel nacional, del Primer Programa
de Fortalecimiento y Acompañamiento a Creadores de Tecnología para el Desarrollo del Proyecto RAMP PERÚ. Ahora Julio tiene varios clientes, vecinos de Cajamarca y también instituciones, que lo buscan para que instale o capacite en el desarrollo del producto tecnológico que lo hizo ganador.

Con 37 años de edad y educación hasta el quinto grado de primaria, Julio no se amilana. Para él cada día ha sido una ardua lucha. Su familia era muy pobre y junto a su madre y hermanos vivían de lo que cultivaban en la chacra. Julio creaba sus propios juguetes con materiales rústicos. Le gustaba observar y experimentar.
A los 16 años, Julio se casó. Tuvo cuatro hijos y pensaba que su vida estaría siempre en el campo: “mi padre creía que la educación era trabajar con la lampa o con animales, pero a mí no me gustaba, por eso me dediqué desde joven a trabajar en todo: era carpintero, albañil, electricista y radiotécnico.” Cuando Julio vivía en Bagua chica, Amazonas, recibió un pedido para arreglar una red de agua potable sin imaginar que este trabajo le permitiría descubrir cómo era posible obtener agua caliente. Así empezó a fabricar un fogón de tres piedras, a manera de una cocina con chimenea. Más adelante sabría que aquello era conocido como “cocina mejorada” y que diferentes entidades –como la empresa minera Yanacocha– promovían su fabricación y uso en la región. Luego realizaría su primera creación: una rajadora de carrizo por la cual ganó un concurso promovido por ITDG-Soluciones Prácticas, una organización local de desarrollo.

En esos años Julio se desempeñaba como promotor de salud en su comunidad, de la organización internacional CARE. Con frecuencia diversas ONG lo invitaban a capacitaciones. En paralelo, avanzaba con su proyecto de cocina mejorada. Cuando éste por fin tuvo luz verde, CARE le pidió que fabricara 800 cocinas para comunidades en Celendín. Así, poco a poco empezó a tener más clientes como el Programa
Nacional de Asistencia Alimentaria (PRONAA) y la empresa minera Yanacocha. Esta última lo nombró su consultor: su función consistía en capacitar acerca del uso y mantenimiento de la cocina.

Gracias a los conocimientos adquiridos y la experiencia acumulada, Julio no dudó en participar de la convocatoria de RAMP PERÚ. Recuerda que fue su esposa quien escuchó en la radio un anuncio sobre un concurso de innovaciones tecnológicas. “En el proyecto me ayudaron a desarrollar mi propuesta. Yo no tenía educación, no sabía preparar una propuesta ni un plan. ¿Cómo podría postular?”. Pero Julio fue seleccionado y tras ganar el concurso, la relación con los clientes, el prestigio de los miembros del Consorcio RAMP, así como el potencial del marketing hacia sus cocinas, marcarían importantes logros para él. Adquirió así un gran compromiso con el proyecto. “Si pese a mi falta de estudios logré vencer a cientos de postulantes, pensé que se debía a mi conocimiento”, afirma. Al ganar el concurso, Julio decidió invertir el dinero en herramientas y máquinas. “Me demoré ocho meses en trabajar mi prototipo. Empecé a probar con miembros de mi familia. Cobraba 20 soles por cada cocina. Ganar eso era bastante para mí.

Antes vivía sólo de lo que sembraba en la chacra”, recuerda. Durante este tiempo Julio ha aprendido muchas cosas. “Cuando llegué a RAMP no sabía leer. No pensaba que podría emprender un negocio a partir de una idea. Solo quería hacer cocinas. Pero tuve la suerte de conocer a personas que me ayudaron mucho”, comenta.

Julio tiene muchas más metas por delante. Quiere equipar su taller y que su empresa cuente con un buen equipo profesional. Por su parte, está estudiando un Diploma en Administración de empresas. Ahora cuenta además con otro modelo de cocina: “es una cocina portátil, más pequeña y funcional, que se adapta a las necesidades. Además del horno y el agua caliente, cuenta con reposteros y el diseño
es en forma de escuadra. Tiene además mayor duración y garantía, lo cual genera mayor confianza del público”. “Lo que más valoro de mi experiencia en RAMP son las capacitaciones: cómo marketear el producto, cómo elaborar un plan de negocio, la asesoría tecnológica, etc. Creo que lo mejor es hacer las cosas bien. Un producto bueno es solicitado”, señala.

Para él, RAMP PERÚ le ha ofrecido muchas cosas: el acompañamiento que tiene gracias a CEDEPAS Norte, socio regional del proyecto; la capacitación técnica recibida de parte de los asesores tecnológicos, la asesoría para elaborar el plan de negocios, los recursos económicos para el desarrollo de su prototipo, pero sobre todo, el reconocimiento. “Estoy muy contento con los resultados. Ahora tengo mi empresa: JCS Cocinas mejoradas multiusos. Me siento satisfecho de haber aprendido por mí mismo, de mis propias necesidades. Cuando uno aprende a innovar, nadie nos quita ese don. Por eso, cuando me presento a alguna entidad voy con mi diploma y les digo: Mire, he ganado un concurso a nivel nacional, soy yo quien
hace las cocinas. Pruébelas. Me siento orgulloso de ser parte de RAMP y de ser ahora un empresario”, concluye.
Fuente: El Perú de los Innovadores. "Historias de emprendedores de Iniciativas Tecnológicas que promueven el cambio" RAMP-PERÚ.

COMENTARIO PERSONAL: Está historia puede emplearse para fomentar la cultura emprendedora en adolescentes de zona rural, ya que conecta con sus historias personales de vida. Elegí está historia ya que el emprendedor es Cajamarquino y viene de contexto rural y va hacer fuente de motivación importante en los estudiantes.

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